domingo, 16 de enero de 2011

Friendly Mushroom





Bueno... Ignoren el subrayado.


Ayer me paré un momento mientras caminaba por la calle a observar un hecho bastante curioso, el cual me hizo reflexionar un poco.


En un descampado cercano a mi casa, había unos trozos de cartón algo húmedos, a causa de las recientes nieblas. Y justamente en uno de ellos, unas pequeñas setas estaban creciendo tranquilamente.
Me incliné para observarlas mejor. Levanté un poco el cartón. Efectivamente, los organismos habían brotado sobre el mismo cartón.

¿El cartón puede ser base para el sustento de organismos vivos?

Inmediatamente, comencé a pensar a gran escala. Si, en vez de tirar los cartones en cualquier lado, se utilizasen para fabricar alguna especie de compost o preparado para tierra (sinceramente, mi conocimiento del cuidado del reino vegetal y sus términos no me son muy familiares...), ¿existiría alguna posibilidad de generar menos residuos?

Seguramente, pensaréis que es una tontería... pero no me lo puedo quitar de la cabeza.




Cambiando de tema...


Menudo cumpleaños al que fui... ¡genial!

¿Su ubicación? Un campo perdido de la mano de Kira, cerca de la ermita de Botoa.

Tuvimos un avistamiento del famoso Súper Perro, oséase, un perro subido a lo alto de un arbusto de más de dos metros, ladrándonos desafiante sin titubear momento alguno en aquella peculiar cima.

A la hora de la vuelta, léase a eso de las dos y pico de la madrugada, cinco personas regresaban al punto de encuentro con los padres sin luz alguna y perdidos entre la niebla: tres que se marchaban, una que nos acompañaba y otra persona que acompañaría a la persona que nos acompañaba.

Sí, fue como un suicidio. Y a mí solamente se me ocurre imitar el aullido de un lobo, en una noche sin luna visible. Me llegan a contestar y paso la noche en el campo atrincherada. Y los otros cuatro o me hubieran matado o me hubieran acompañado en el atrincheramiento.

Pero bueno, nosotras tres estamos sanas y salvas, bromas aparte sobre zombies y violadores en la oscuridad.

Y nuestras zapatillas blancas relucían en la oscuridad... qué miedo. Como los canis.


De los otros dos cosos no he vuelto a saber. Supongo que estarán en su casita o en el estómago de alguna criatura. Bueh, ¿qué más da?



Y con esto, y un bizcocho.... ¡que os den! (Bizcocho no, desde luego)

2 comentarios: